Vistas de página en total

jueves, 26 de noviembre de 2009

Ensayo escrito por Alba Villalba a propósito del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín

EL QUE SABE, SABE

El 9 de Noviembre de 1989 empezó el final de la Guerra Fría. Esa noche no solo se cambió las fronteras de una ciudad, sino que el cambio llegó a todos los lugares del planeta. Se podría pensar que el lugar no era el apropiado, o que las largas, frías y oscuras noche de Berlín no eran lo suficientemente “revolucionarias”, pero sin embargo, fue allí donde se llevó a cabo uno de los acontecimientos más importantes de la Edad
Contemporánea.

Como salidos de un videoclip de rock moderno y suburbial, los habitantes de Berlín se lanzaron a las calles con picos, palas, martillos… El arsenal completo, con el que marcaron el comienzo de un nuevo pensamiento. A golpe de batería impactaron los martillos contra el famoso muro, una y otra vez. Cual cantante punk, Mstislav Rostropovitch gritaba animando a los ciudadanos a acabar con la opresión, a utilizar la violencia como forma de alcanzar la paz. Un solo de guitarra sonaría de fondo ante la imagen de las mujeres alemanas, martillo en mano, llorando de alegría.

El Berlín de hoy en día no presenta muchos más cambios. Veinte años después de la caída del muro, la ciudad se encuentra reunida en uno de los estadios más grandes de toda Europa. Los jóvenes, que veinte años antes fueron los promotores del cambio, gritan y saltan a ritmo de la fuerte música rock que llena el espacio. Se puede observar que la gran mayoría de los jóvenes mueven sus bocas cantando la primera canción del grupo Green Day, cuyas letras celebran: “¿Conoces al enemigo? […] La violencia es la energía contra el enemigo que es el silencio…”. Las chicas de la primera fila lloran de emoción ante el espectáculo, Billy Joe (el cantante en cuestión) se sube a uno de los buffles y anima a los jóvenes a la rebelión mientras el solo de guitarra llena el local. La imagen no es muy distinta, ¿no?