EL MURO DE BERLÍN
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó dividida entre las partes ocupadas por las tropas rusas y las de los aliados (norteamericanos, ingleses y franceses).
En el centro de la zona ocupada por las tropas rusas se encontraba Berlín, capital del tercer Reich (imperio). Ocupada a su vez por tropas de los países antes mencionados, con sus respectivas zonas de influencia.
Iniciada la llamada Guerra Fría, antagonismo declarado entre oriente y occidente, se produjo una corriente de emigración de la zona rusa, denominada República Democrática Alemana (RDA), hacia la zona aliada, la República Federal Alemana (RFA).
Berlín se encontraba completamente aislado dentro del territorio de la República Democrática Alemana y, para suministrar víveres a la zona aliada, al principio de la Guerra Fría hubo que establecer un puente aéreo que la proveyese.
Posteriormente, por diversos acuerdos, se creó un pasillo a la ciudad de Berlín.
Para evitar las fugas de oriente a occidente en Berlín, se creyó conveniente construir un muro, lo suficientemente alto y largo, como para separar ambas partes, aliada y soviética.
Dicha construcción dio lugar a numerosas conversaciones a favor y en contra, y malestar dentro de la propia Alemania.
La Unión Soviética (Rusia) mantuvo su política de enfrentamiento con los países occidentales, especialmente contra Estados Unidos, debilitándose progresivamente en su afán de mantener un ejército bien armado y competente.
En esta situación llegó al poder Gorbachov, que hizo una política de entendimiento hacia occidente. Y con ella dio lugar al derrumbamiento del muro, 28 años de su construcción, y al desmoronamiento de la Unión Soviética.
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